29 nov 2011

Orgullo o amor

Viejos recuerdos del pasado aparecieron,  necesito pensar- me dijo. 

Con los ojos encharcados en lagrimas le respondí: - si . He hice una leve  sonrisa,  luego proseguí, - tomate el tiempo que necesites yo esperare.

¿Era humillarse a lo que él quisiera? No lo  sé, pero  el hecho de decirme “necesito un tiempo” me sentía  destrozado, como si mi corazón fuera envuelto y arrugado como una hoja de papel,  luego pateada y arrojada  un bote de basura.
Después de todo, no sé nada de él, y él no sabe  nada de mí, fue solo un juego que se fue transformando en “un amar”, o eso es lo que yo quería creer.

¿Qué es amor? Me preguntaba  y mi mente  me dio la respuesta, el amor viene con la persona que lo merece, no antes; hay muchas cosas que se parecen al amor, pero…,. Lo que sentía  era más el orgullo destrozado que aquél sentimiento que no existía hacia él.

 

Perdón por hacerte sufrir

Te odio,  te odio por haber hecho llorar a las personas que más he amado,  eres detestable,  mi corazón me lo repetía una y otra vez aunque no era capaz de pronunciar palabra alguna. En mis ojos cristalizados por  las ganas de llorar,  y el ahogo producido por  esta sensación  de desespero, me lamentaba por  haber lastimando a la persona que  amaba.

 “por favor no me pongas más peso del que puedo soportar” la voz que amaba resonaba en mi cabeza.  Las lágrimas comenzaban a fluir como  pequeños riachuelos que no se detenían.  -Perdón, perdón, perdón… -repetí desde el fondo de mi corazón -Te prometo ser más cuidadosa, no quiero que tengas que preocuparte siempre por mi  cuando hago algo que está mal,  perdona mi torpeza aun soy una niña infantil que está tratando de madurar, si tan solo el poder de voluntad te hiciera adulto no dejaría que estos sentimientos lastimen tu corazón. ¿Sabes todo lo que quería?...quería que.......
….Quería que fuera de todo menos hacerte llorar, quería verte feliz,  quería verte sonreír, pero simplemente estar a mi lado te hace daño,  cuantas veces, cuantas veces  quise estar a tu lado sin importar que, no quería dejarte superarme, quería  tenerte siempre para mi  aunque ya hubieras escogido tu camino a la felicidad.  Perdón  por  ser   tan egoísta  y creer que con tu decisión la única persona que sufría era yo,  perdona por tanto peso que soportaste, que te lastimaba y por todo el tiempo que guardaste ese dolor en silencio,  perdóname en realidad solamente quería ser feliz a tu lado.  Cerrando suavemente  los ojos, las últimas gotas de  llanto cesarán. 



Mala escritora


El expresarme bien no es mi fuerte, el  dar un buen escrito es demasiado  confuso,  quisiera poder tener las habilidades que tiene muchos de ustedes, pero por más que trato no lo consigo, solo son palabras simples enlazadas unas a otras sin mayores adornos  e interés.


No te diré...

Está bien, no diré que comprendo tu dolor, tú dolor sólo te pertenece a ti, no puedo entenderlo, y tampoco diré que solo necesitas huir de tu dolor ya que también es una opción.

Puede que no sea la indicada para decirlo, pero La vida es corta, así que no hay que desperdiciarla vivir en el dolor… o huir de él…. Es tu decisión  porque es tu vida.


Kimi no Shiranai Monogatari - Supercell

Kimi no Shiranai Monogatari

Supercell
[letra en español]

esta es una  de mis canciones favoritas, me enamore de  esta canción por este vídeo, fue simplemente perfecto en cada parte en cada escena, tantos bellos recuerdos  son evocados a mi mente con esta canción, simplemente la amo.




Kimi no Shiranai Monogatari

Supercell
[letra en español]

Era un día como cualquier otro…
De repente te levantaste y dijiste…
“vamos a ver las estrellas esta noche!”

“A veces dices cosas buenas, eh?”
Dije y todos se rieron…
En una calle sin iluminación…
Parecíamos tontos caminando tan alegres…
Abrazamos nuestra soledad y ansiedad…
Sin dejar que nos aplastara…

En un mundo de oscuridad alzamos la vista…
Al cielo nocturno tapizado de estrellas fugaces…
¿Desde cuándo fue que…
Quien te perseguía era yo?
Por favor…
No te sorprendas…  solo escucha…
Estos son mis sentimientos…

Ahí están Deneb, Altair y Vega…
Señalaste el gran triangulo de verano…
Lo recuerdo al ver el cielo…
Finalmente encontré a Orihime-sama…
Pero, ¿dónde está Hikoboshi-sama?
Entonces está muy sola…

Con la felicidad a tu lado…
Yo nunca pude decirte nada…
La verdad es que yo siempre…
Sabía sobre ti, en cualquier lograr…
“Te encontré” dije…
Aunque no lo puedas  alcanzar…
¡No! ¡No llores!
Eso mismo me dejaste escuchar…
Aah!...

Fue tan duro y yo tan cobarde que…
Pretendí no  tener interés…
Pero… el dolor que me perfora el pecho, está aumentando…
“Ah cierto,  fue eso” dije…
Me enamoré…

¿Qué quieres hacer? Intenta decirlo…
 La voz de mi corazón, me lo dice…
Que estaría bien estar a tu lado…
Pero la realidad, es muy cruel…

No te lo dije…
No te lo pude decir…
No volverá por segunda vez…
Aquel día de verano…
Con las estrellas titilando…
Aun ahora lo puedo recordar…
 Tu cara sonriente…
Tu cara enfadada…
Me encantaban…
Es gracioso, ¿cierto?
Aun si lo comprendo…
Tú no lo sabes…
Es sólo mi secreto…

Cruzando la noche…
Aquel lejano recuerdo de ti…
Señalando…
Con una voz inocente…



28 nov 2011

Que terror

Que terror da mirar al vacío, que angustia es dejar atrás tantas cosas bellas pero más pánico aun, saber que mañana nada será lo mismo... pero así es la vida y seguir adelante es lo único que queda


Espejo

Es espejo es mi peor enemigo el día de hoy, me miro en él y me recuerda tanto de mí que odio, esos ojos que no pueden mirar a nadie más después de ti, esos labios que se niegan a besar otra vez, esa piel que solo espera la tuya y ese cuerpo que ya no es mío... pero luego el espejo se rompe y....

Lo que alguna vez compartimos

sé que no puedo adivinar todo lo que tus ojos dicen pero puedo intentar decirte muchos con los míos, sin escuchar palabras que pueden mentir y distorsionarse con el tiempo, con esa mirada que te entrega lo real me quedó, esa mano entrelazada a la mía con cierta complicidad y esos sueños y anhelos tan preciados que alguna vez compartimos… cuanto duele soltarla pero duele aun más mantenerla firmemente agarrada, aun así no queda más que mirar al cielo en busca de algo como esa mirada y buscar otros ojos que puedan verme con sinceridad y entregarme aun más palabras de las ya compartidas en mi pasado

27 nov 2011

Guerreros de la vida

la vida es Irónica y compleja, vivir es la más grande de las batallas y los que la asumen son poderosos guerreros que caen, se lastiman y se pierden pero nunca se rinden, eso es lo más divertido, con cada dolorosa herida nace una nueva fuerza que nos permite continuar, solo tenemos que encontrarlas y soportar lo suficiente para que todo valga la pena.

 
 

26 nov 2011

Cristal

Mi mundo, mi pared de cristal protectora se ha roto, quebrado en mil pesados solo con el poder de unas palabras y de su sutil voz diciendo “no puedo”. Que bolita de cristal irreparable, resistir tantos golpes para derrumbarse con tu caricia y tu amable "hasta pronto" 

mentiras

¿por qué son tan ingenua y creo cada mentira que sale de los labios de aquellos que amo? quizás es porque quiero ser engañada, quiero creer que  de verdad aun hay algo para mí en esté mundo, espero que sí lo haya

De nosotros depende salir adelante

Hay muchas veces que no sabes por qué pasan las cosas, sientes que el mundo se te viene encima, pero de nosotros depende salir adelante. 



Hay personas que solo viven para joder y dicen llamarse “profesionales”, pueden destruir tus ilusiones pero nunca las esperanzas y ganas de seguir adelante.

Creerán que hoy me han derrotado, pero lamento decirles que solo me ayuda a ser más fuerte, no me daré por vencida tan fácil, he aprendido y  tengan por seguro que ese error no lo volveré a cometerlo.

One more time, One more chance - Masayoshi Yamazaki


One more time, One more chance 

Masayoshi Yamazaki
[letra en español]

Esta hermosa canción aparece en  la película 5 centímetros por segundo, unas cortas historias acerca de la distancia. Es  la historia  de todos los que hemos amado a alguien que está lejos  le sucederá.

“ si mi deseo se hiciera realidad, estaría enseguida a tu lado.” 

Para todos los que hemos amado de esa manera  o  estén  en una situación de  amor a distancia, es inevitable no sacar una lágrima al escucharla y leerla. (Creo que soy masoquista, amo tanto esta canción pero no importa cuántas veces la escuche, las lágrimas  continuaran saliendo de la misma manera.)



One more time, One more chance 

Masayoshi Yamazaki
[letra en español]

¿Cuánto más tengo que perder,  ante que mi corazón sea perdonado?
¿Cuánto dolor tengo que sufrir, para poder encontrarte nuevamente?
Una vez más, no dejes pasar las estaciones.
Una vez más, como cuando perdíamos el tiempo en tonterías.
Cada vez que peleábamos, siempre era el primero en ceder.
Tu naturaleza egoísta me hacía amarte aun más.
Una oportunidad más, no dejes llegar los recuerdos.
Una oportunidad más, no puedo elegir mi siguiente destino.

Siempre estoy buscando tu silueta en algún lugar.
En el andén opuesto, en la ventanas a lo largo del sendero.
Aunque soy consciente de que no tiene por qué estar aquí.
Si mi deseo se hiciera realidad, estaría enseguida tu lado.
No habría nada que no pudiera hacer.
Lo pondría todo  en juego y te abrazaría fuertemente.

Si solo quisiera evitar la soledad…
Estaría bien con  cualquiera.
Pero así como en esta noche las estrellas parecen caer…
No puedo mentirme  a mí mismo.
Una vez más, no dejes pasar las estaciones.
Una vez más, como cuando perdíamos el tiempo en tonterías.

Siempre estoy buscando tu silueta en algún lugar.
Al cruzar la calle, en medio de mis sueños.
Aunque soy consciente de que no tiene por qué estar aquí.
Si un milagro sucediera aquí, quisiera mostrártelo.
El yo de un nuevo mañana…
Y las palabras que nunca dije: “te amo”

Recuerdos del verano que revoletean, 
Latidos que repentinamente desaparecen.

Siempre estoy buscando tu silueta en algún lugar.
En el amanecer de la cuidad, en Sakuragi-cho.
Aunque soy consciente de que no tiene por qué estar aquí.
Si mi deseo se hiciera realidad, estaría enseguida tu lado.
No habría nada que no pudiera hacer.
Lo pondría todo  en juego y te abrazaría fuertemente.

Siempre estoy buscando tu silueta en algún lugar.
En las posadas del viaje, en los puestos de periódicos..
Aunque soy consciente de que no tiene por qué estar aquí.
Si un milagro sucediera aquí, quisiera mostrártelo.
El yo de un nuevo mañana…
Y las palabras que nunca dije: “te amo”

Siempre término buscando tu sonrisa, a que aparezca en algún lado
En el cruce del tren esperando que pase el expreso.
Aunque soy consciente de que no tiene por qué estar aquí.
Si nuestras vidas se repitieran  estaría siempre a tu lado.
No deseo nada más.
No existe nada más importante que tú.


25 nov 2011

si,... amistad?

Que duro es darnos cuenta que la amistad de algunos es una ilusión, que aquello que creímos confiable e importante ahora te apuñalen por la espalda, la lealtad ahora parece más un privilegio y para mi desgracias no es algo con lo que cuento, que triste es dar tu confianza y lealtad a quienes solo se burlan y desprecian al darles la espalda y que en los momentos de dificultad solo buscan a tu enemigo para aliarse y derrumbarte como si el tiempo juntos no significara nada, si, duele y mucho pero por suerte soy fuerte, no me dejo caer por ello, es bueno al menos poder saber con quién contar y con quien no, el dolor nos hace más fuertes y nos enseña… sí que he aprendido a saber quiénes son amigos y quienes solo farsantes que solo usan a los demás para salvar sus pellejos


¿Rendirme?

me creía tan especial, pero ¿cómo superar a un recuerdo presente, una derrota inmediata sin ni siquiera haber paliado?, es muy frustrante para alguien tan orgullosa como yo, no poder superar el sentimiento de aquella persona que esta tan lejos y significa todo para él.

El corazón no resiste la presión de tantos sentimientos en tan pequeño empaque, las lagrimas fluyen como riachuelos, ¿Por qué no te das por vencida?, mi mente me lo repite una y otra vez, pero… rendirse no es una opción que esté dispuesta a divisar, aunque pueda ser lo más saludable para mí. No estoy dispuesta a darme por vencida.


kimi ga iru! - katou Idzumi

kimi ga iru!

katou Idzumi
[letra en español]

"Que algún día se cumpla tus sueños … Y que siempre esté cerca de tu sonrisa" así inicia esta canción de la serie Bokura Ga Ita. tener todos estos sentimientos para ti, y verte feliz es mi mayor alegría



kimi ga iru!

katou Idzumi
 [letra en español]



 Que algún día se cumpla tus sueños
… Y que siempre esté cerca de tu sonrisa

Una sola estrella de los deseos se balancea;
Durmiendo con un feliz sentimiento
Ya quiero volverte a ver;
Aunque apenas nos despedimos…

Tu amor es tan grande y profundo
Que me envuelve como el cielo nocturno
Aún si llegaran las lagrimas
Seguro estaré tranquila: estés sólo para mí
Quiero creer por siempre esta emoción eterna
Mi corazón es demasiado débil
Perdona, otra vez estoy inquieta por eso…

Por eso

Así que sin avisarme ven a verme ¿quieres?
Hasta en mis sueños de esta noche
Porque al dormir recuerdo
El día en que me dijiste que me amabas.

Y en la fría noche
Volvámonos uno entre
Las sabanas

El amor es tan grande…
Que me envuelve como el cielo nocturno

Aún así si llegara las lagrimas
Seguro que estaré tranquila: estás sólo para mí



 

24 nov 2011

Kotoba - Katou Idzumi

Kotoba

Katou Idzumi
[letra en español]

la serie bakura ga ita, es una de mis series favoritas, cuenta con un repertorio de canciones bastante amplio y hermosas todas en su totalida.



Kotoba

Katou Idzumi
[letra en español]


Las palabras que estabas a punto de decir…
Resbalaron suavemente por mis dedos…
Por mi parte está bien si no dices nada…
Yo solo tomare tu cálida mano…
Por que las palabras son solo eso, palabras…
Y no pueden expresar todo lo que siento dentro de mi corazón…

Es tan doloroso y desesperante…
Que el atardecer nos envuelva a los dos…
Me duele el alma al sentir todo esto…
Que se acumula en mi corazón…

Si un día decides iniciar un viaje…
¿Cuanto tiempo podre esperarte?
Mientras cambian una a otra las estaciones…
Y nuestros recuerdos de desvanecen poco a poco…
Pero se que no podre amar a alguien más…
Entregando todo de mí…

Mi amor, quiero cuidarte…
Y decirte que nuestro nunca estaremos solos…
Mi corazón aunque frágil, ahora te pertenece…

Es tan doloroso tu tan desesperante…
Que ya no pueda regresar, ni caminar junto a ti…
Siento como caen por mis dedos…
Las palabras del corazón…

Mi Diosa 2 - Hola mi Diosa…


Hola mi Diosa… 

Una vez soñé contigo sin saber que eras tú… Me encontraba sola y triste, podía sentir la lejanía del mundo y un vacio en el pecho; de repente escuché unos pasos que se acercaban lentamente y al darme la vuelta vi como una figura sin el rostro visible se sentaba a mi lado, se sentía tan cálida y me hacia sentir tan segura que no pude decir palabra alguna; me dijo con voz encantadora “te he buscado por mucho tiempo, nacimos del mismo cielo y nos separaron, nos dijeron que si queríamos ser un mismo ser otra vez tendríamos que encontrarnos entre la multitud del mundo. Después de tanto tiempo aun quiero encontrarte más que en sueños y ser un solo alma de nuevo contigo” le miré intentando ver su rostro pero no lo conseguía; le dije “pero tengo miedo… miedo de no reconocerte… ¿cómo sabré que eres tú?” y me contestó “tu corazón sentirá que esta completo y cuando me mires a los ojos sabrás que nacimos para estar juntos”. Al despertar me pregunté el por qué no podía ver su rostro y después de eso me dediqué a buscar esa mitad que me faltaba, pero cada vez era mas difícil. Cuando dejé de buscar fue que llegó a mí. Te miré a los ojos y supe que eras tú, al fin el sueño tenia rostro y mi corazón se sentía completo. Si, te soñé sin saber que eras tu, pero ahora que lo se, agradezco al cielo por dejarme encontrarte.

como si las cenizas no dolieran...

como si las cenizas no dolieran... pues....

No importa, hoy me siento mejor que nueva, me siento viva y dispuesta  a ser la misma chica sonriente de siempre, porque la vida solo es una y no debe desperdiciase, aprenderé todo lo necesario y sonreiré por ese nuevo día que todos esperamos.

2 amores, 3 corazones

"A partir de un solo encuentro surgieron 2 amores, de los 3 corazones temblorosos sonó un suave tintineo"


esa es una frase que da inicio al opening de kimagure orange road


se que no quieres saber nada de mí, lo siento por escribir, solo siento que es algo que quiero hacer porque no tenemos la culpa de amar a la misma persona, cuando me di cuenta desee odiarte y no puedo, no tienes la culpa de lo que está pasando de lo que siento , de lo que sentimos las dos, perdón por haberme metido en tu camino, pero ahora nuestros caminos se cruzaron en una misma dirección, y yo le quiero mucho y no pienso dejarlo, y creo que tu pensaras igual que yo.

por eso, esforcémonos mucho, nee?

¿Metida yo? ¿Por qué?

¿Metida yo? ¿Por qué?


Porque tengo la valentía de hacer lo que muchos de ustedes no pueden, porque no me importa arriesgar todo por las personas que quiero, porque soy capaz de sacrificarme por alguien que me importa, pues bien si eso me hace una metida que así sea.




No tienes la culpa de lo que sientes porque el amor hace cometer errores de vez en cuando



La mascara de Gilbert Brenson

 
La mascara

Gilbert Brenson



Cada vez que me pongo una máscara lo hago para tapar mi realidad fingiendo ser lo que no soy, lo hago para atraer la gente; luego descubro que solo atraigo a otros enmascarados alejando a los demás debido a un estorbo: LA MASCARA.

Cada vez que me pongo una máscara lo hago para evitar que la gente vea mis debilidades, luego descubro que al no ver mi humanidad, los demás no me pueden ver por lo que soy, sino por LA MASCARA.

Cada vez que me pongo una máscara lo hago para preservar mis amistades; luego descubro que cuando pierdo un amigo por haber sido auténtico, realmente no era amigo mío sino de LA MASCARA.

Cada vez que me pongo una máscara lo hago para evitar ofender a alguien y ser diplomático; luego descubro que aquello que ofende a las personas con quien quiero intimar, es LA MASCARA.

Cada vez que me pongo una máscara lo hago convencido que es lo mejor que puedo hacer para ser amado, luego descubro la gran paradoja... Lo que más deseo lograr con mi máscara es precisamente lo que impido con ella.

El hombre de mi propiedad de Giovanni Papini

El hombre de mi propiedad
[Cuento. Texto completo]

Giovanni Papini


Como hace muchos años he dejado de escribir un Diario, no puedo decir con exactitud cuánto tiempo hace que me encontré el cuerpo y el alma del Amigo Dité. Probablemente, dada mi distracción, no me di cuenta en qué día preciso mi segunda sombra -aquella sólida y relativamente viva- se decidió a entrar en la escena poco iluminada de mi vida.

Una mañana, al salir de casa, me di cuenta de que iba acompañado, a esa respetuosa distancia que no permite hacer preguntas ni dar explicaciones, por un hombre de unos cuarenta años, enfundado en un largo abrigo azul, alegre y sonriente (pero sin demasiada exageración). No teniendo nada que hacer, y habiendo salido únicamente de casa para no oír los crujidos de la leña en la chimenea, me divertí mirando de reojo a mi acompañante, a pesar de que -ténganlo bien en cuenta- éste no tenía nada de extraordinario. No supuse, ni por un solo momento, que pudiese tratarse de un policía; mi completa falta de valor físico y mi repugnancia por los malos olores me han impedido siempre entregarme a la política militante; y la pereza, unida a mi escasa habilidad manual, me ha salvado de buscar en el delito los medios de subsistencia.

No podía, tampoco, imaginar que el hombre vestido de azul fuese una especie de ladronzuelo de ciudad, decidido a robarme, pues mi decente pobreza era conocida en todo el barrio, y mi modo de vestir, más descuidado que desenvuelto, disociaba de mi persona cualquier idea de bienestar.

A pesar de que yo no tuviese ningún derecho a ser seguido, comencé a pasar y repasar por las calles más tortuosas del centro de la ciudad para asegurarme de que no me equivocaba. El hombre me siguió por todas partes con un aspecto cada vez más satisfecho. Di, de pronto, la vuelta por una ancha calle llena de gente y apresuré el paso, pero la distancia entre el hombre vestido de azul y yo continuó siempre siendo la misma. Entré en un estanco para comprar un sello de tres céntimos, y el desconocido entró en el mismo estanco y compró un sello de tres céntimos; subí a un tranvía y mi sonriente compañero subió al mismo tranvía; cuando descendí, el hombre vestido de azul bajó tras de mí; compré un periódico, y él compró el mismo periódico; me senté en el banco de un jardín, y el otro se sentó en otro banco cercano; saqué del bolsillo un cigarrillo, y él sacó otro y esperó que hubiese encendido el mío para encender el suyo.

Todo esto era al mismo tiempo gracioso y fastidioso. "Tal vez -pensé- se trata de un humorista desocupado que quiere divertirse a mi costa." Me decidí a resolver la duda por el medio más expeditivo: me planté delante de mi acompañante con intención de preguntarle:

-¿Quién es usted? ¿Qué desea usted de mí?
No tuve necesidad de abrir la boca. El hombre vestido de azul se puso en pie, se quitó el sombrero, sonrió un momento y dijo con precipitación:

-Perdóneme. Se lo explicaré todo, me presentaré inmediatamente: soy el Amigo Dité. No tengo profesión conocida, pero eso no tiene importancia. Tenía muchas cosas que decirle, pero hasta ahora... También deseaba escribirle; le escribí dos o tres veces, pero no tengo la costumbre de enviar las cartas. Por lo demás, soy un hombre vulgarísimo e incluso sano, a lo que parece, alguna vez...
En este punto el Amigo Dité se detuvo titubeando, pero añadió de pronto, como si se hubiese acordado repentinamente de una cosa que le interesaba mucho:

-Tal vez tomaría usted algo. ¿Un poco de vino marsala? ¿Un café?
Ambos nos movimos rápidamente, a la vez, como impelidos por el deseo de terminar pronto. Apenas llegados ante un café, penetramos en el interior con gran prisa, como quien entra para beber y escaparse. Nos sentamos en un rincón, junto a la estufa, sin pedir nada. El café era pequeño, estaba lleno de humo y de cocheros, el camarero tenía cara de ratero, pero no teníamos tiempo para elegir otro lugar.

-Desearía saber... -comencé.
-Se lo diré todo -respondió el otro-, no tengo intención de esconderle nada. Mi caso, a pesar de todo, es triste y difícil, y declaro, ante todo, que tengo una gran confianza en usted. Ya estoy aquí, soy de usted. Estoy en sus manos. Puede usted hacer de mí todo lo que quiera...

-No lo comprendo...

-Le aseguro que lo comprenderá todo. Déjeme hablar. ¿No le he dicho ya quién soy? El nombre no dice nada, ya lo sé. Añadiré mi definición; yo soy un hombre vulgar, un hombre terriblemente vulgar, que quiere hacer a toda costa una vida no vulgar, una vida absolutamente extraordinaria.

-Perdone...

-Lo perdono todo, señor, lo perdonaré todo. Únicamente le declaro, una vez más, que tengo necesidad de hablar. Tengo en usted toda la confianza. Será mi salvador, mi dueño, el director de mi conciencia, de mis brazos, de mí, todo entero. Yo soy demasiado sabio, demasiado bueno, demasiado noble, "demasiado mí mismo". Usted ha escrito tantos cuentos absurdos, tantas novelas estrambóticas y yo he vivido tanto tiempo con sus héroes, que los sueño por la noche y los deseo durante el día. He creído reconocerlos por la calle, y luego, aburrido y desesperado, he querido matarlos en mí, ahogarlos para siempre...

-Se lo agradezco mucho, pero...

-Haga el favor de callar un momento, se lo ruego. Le explicaré por qué he pensado en usted y por qué lo he seguido. Me dije hace algunos días: tú eres un imbécil, un tipo de todos los días y de todas las ciudades, y sufres la enfermedad de querer vivir una vida noble, peligrosa, aventurera, como la de los héroes de los poemas a veinticinco céntimos y de las novelas de tres liras cincuenta. Por ti mismo no eres capaz de procurarte una vida semejante, porque estás falto de imaginación. No te queda más remedio que buscar un creador de héroes extraordinarios y regalarle tu vida, para que haga de ella lo que quiera y la pueda transformar en algo más bello, más imprevisto, más insospechado...

-¿Usted desearía, pues...?

-Un poco de paciencia, se lo ruego. Dentro de algunos minutos lo obedeceré en todo y podrá hacerme callar todo lo que quiera, pero antes déjeme acabar. ¡Soy todavía mi propietario! No he de decirle nada más que esto: usted es el creador elegido por mí, y aquí me tiene para ofrecerle mi vida y los medios para ayudarlo a hacerla interesante.. Usted es un imaginativo y puede romper sin esfuerzo la insufrible vulgaridad de mis días. Hasta ahora ha tenido a su disposición únicamente hombres imaginarios, y hoy le entrego un hombre de verdad, un hombre que sufre y anda, del cual puede usted hacer lo que guste. Estaré en sus manos no como un cadáver -¿qué cosa haría de él?-, sino como un fantoche mecánico, un maravilloso fantoche parlante y risueño que comprenderá sus órdenes. Desde este momento le hago regular donación de mí vida y de una renta anual de mil libras esterlinas para atender a todos los gastos que sean necesarios para hacer pintoresca y peligrosa mi vida. Llevo en el bolsillo una escritura de donación ya preparada... ¡Camarero, una pluma! No falta más que la fecha y la firma de usted. ¡Dígame sí o no, sin cumplidos, en seguida!
Fingí reflexionar por algunos momentos, pero mi decisión ya había sido tomada. El Amigo Dité se adelantaba a uno de mis más antiguos deseos. Desde hacía mucho tiempo me avergonzaba de inventar únicamente vidas imaginarias. Soñaba, en las horas de vagar, en lo que habría podido hacer si hubiese tenido un hombre de sangre y nervios en mi poder ¡Y he aquí que el hombre se presentaba espontáneamente, acompañado de un paquete de valores!
-No he tenido nunca la costumbre -dije después de fingida meditación- de regatear inútilmente, y por eso acepto su donación, aunque usted ya comprende la responsabilidad de aceptar un alma acompañada de un cuerpo. Déjeme ver las condiciones de la donación.

El Amigo Dité me puso delante un protocolo encuadernado con un grueso y amarillo cartón, y yo lo leí en pocos minutos. La donación estaba en regla. Por ella me convertía en dueño absoluto de la sustancia y de la vida del Amigo Dité, con la sola condición de que yo le ordenase inmediatamente lo que debía hacer, a fin de que su existencia se convirtiera en heroica y novelesca. El contrato era válido por un año, pero podía ser renovado en caso de que el Amigo Dité estuviese satisfecho de mi dirección.

Escribí sin titubear la fecha y la firma y dejé inmediatamente al Amigo Dité, prometiéndole para el día siguiente una carta, y ordenándole entretanto que no me siguiese y que se quedase bebiendo algún líquido alcohólico. En efecto, cuando yo salía, él pidió con su acostumbrada sonrisa uno de los más famosos bitters del mundo.

II
Aquella noche no me fui a acostar con el negro aburrimiento de las otras noches. Tenía algo nuevo y grave en que pensar, y podía muy bien aceptar una noche de insomnio. Un hombre se había convertido en una cosa mía, de mi entera propiedad, y podía dirigirlo, empujarlo, lanzarlo a donde quisiese; experimentar en él los efectos de las emociones raras y las combinaciones de aventuras de nuevo estilo.

¿Qué debía ordenarle para el día siguiente? ¿Debía mandarle que realizase alguna cosa determinada o convenía dejarlo en la ignorancia y prepararle una sorpresa? Terminé eligiendo una solución que unía los dos sistemas. A la mañana siguiente le escribí que, hasta nueva orden, durmiese durante el día y pasase la noche fuera de casa, paseando por lugares solitarios. El mismo día fui a una agencia, alquilé por seis meses una pequeña casa solitaria en las cercanías de la ciudad y tomé a sueldo dos jovenzuelos sin trabajo que estaban buscando el modo de ser alojados a costa de sus conciudadanos, al menos durante el invierno. Después de cuatro días todo estaba dispuesto. En la noche fijada hice seguir al Amigo Dité, el cual, cuando llegó a un lugar desierto, fue agredido delicadamente por mis ayudantes y conducido, con los ojos vendados, según la tradición, a la casa que había preparado. Desgraciadamente, ningún guardia los sorprendió durante la operación y no se presentó ninguna denuncia de la desaparición del Amigo Dité, por lo que me hallé en la necesidad de mantener por muchos meses a los dos robustos mancebos, que no se contentaban únicamente con comer.

Lo peor era que no sabía qué hacer del hombre de mi propiedad. Había pensado, la misma noche de la donación, que un secuestro de persona sería un excelente principio de vida rica en aventuras, pero no había reflexionado sobre el resto de la aventura. Sin embargo, la vida del Amigo Dité, como en las novelas de folletín, tenía necesidad de una continuación inmediata.

A falta de cosa mejor, recurrí al viejo expediente de enviar junto a él, a la casa en donde lo había encerrado, a una mujer que se le presentase siempre cubierta con un antifaz y no le dirigiese nunca la palabra. No fue cosa fácil encontrarla y, sobre todo, amaestrarla, y no quiso comprometerse más que por un mes. El Amigo Dité, afortunadamente, era un poco misántropo y tenía más de cuarenta años, y por eso no sucedió nada de lo que hubiera podido suceder en otros casos. Después de quince días vi que era necesario cambiar el juego, y por medio de los mismos ganapanes hice liberar a mi hombre y enviarlo a su casa.

Comencé a darme cuenta de que el Amigo Dité no se había mostrado en modo alguno un hombre vulgar poniéndome a prueba de este modo. ¿Quién sino un espíritu original hubiera podido imaginar una esclavitud tan insidiosa?
Un espadachín que yo conocía consintió en ayudarme en este difícil momento. Un día, mientras el Amigo Dité bebía tranquilamente una taza de leche en un café de lujo, el espadachín se sentó a su lado, le lanzó una mala mirada, le dio un empujón, y apenas el otro dijo algo en voz baja, lo abofeteó dos o tres veces, sin calor, como si no quisiese hacerle daño. El Amigo Dité me pidió permiso para mandar los padrinos a su ofensor, y yo me apresuré a presentarle dos amigos que lo obligaron, de mala gana, a cruzar su espada con mi cómplice. El Amigo Dité no sabía esgrima, y tal vez por eso, tirando alocadamente desde el principio, consiguió herir a su adversario bastante gravemente. Aproveché esto para hacerle comprender que era necesario que se alejase de la ciudad, pero él no quiso apartarse de mí y prefirió ser juzgado. Fue condenado a tres meses de cárcel.

Creí que con este tiempo me vería liberado de mi propiedad, pero al cabo de muy pocos días comprendí, sin ninguna duda, que mí primer deber era proporcionarle la huida al Amigo Dité. La empresa parecía imposible, pero, sin reparar en gastos, conseguí convencer a dos personas del desinterés de mi acción y, gracias a un rápido disfraz, el Amigo Dité pudo salir de la prisión poco antes de despuntar el día. Esta vez no tenía más remedio que alejarse, y yo tuve que dejar mi casa, mis trabajos, mi patria, para proteger su fuga.

Cuando nos hallamos en Londres, me encontré completamente embrollado. No hablando ni una palabra de inglés, en medio de aquella ciudad enorme y desconocida, me sentía, mucho más que antes, incapaz de procurar aventuras extraordinarias a mi hombre. Me vi obligado a dirigirme a un detective privado, que me dio algunos vagos consejos en muy mal francés. Después de haber estudiado durante algunos días un buen plano de Londres, conduje al Amigo Dité al barrio de peor fama, pero no le pasó, con gran contrariedad mía, nada de particular. Encontramos los acostumbrados marineros borrachos, las acostumbradas mujeres desvergonzadas y pintadas, patrullas de viveurs baratos y rumorosos, pero ninguno nos molestó, tomándonos tal vez por policías; tal era nuestra aparente seguridad al vagar por aquellos laberintos de calles casi iguales.

Pensé entonces expedir al Amigo Dité al norte de la isla, solo, y dándole únicamente veinte o treinta chelines, además del billete para el viaje. Como él tampoco sabía nada de inglés, esperaba que le sucediera algo muy desagradable, y que tal vez ya no consiguiese volver. Ya comenzaba a estar cansado de aquella propiedad por la que debía trabajar y sacrificarme, y esperaba con rabiosa nostalgia el momento de volver a mi buena ciudad llena de cafés y vagabundos. Pero, después de quince días, el Amigo Dité volvió a Londres en perfecto estado de salud; en Edimburgo había encontrado por casualidad a un amigo italiano -un violonchelista emigrado desde hacía muchos años- que lo había hospedado en su casa y había hecho que se divirtiese durante todos aquellos días.

Pero no quise darme por vencido. Había encontrado en un periódico la dirección de un pequeño club de estudios psíquicos que buscaba nuevos socios, prometiendo apariciones auténticas y fantasmas parlantes. Ordené inmediatamente al Amigo Dité que se inscribiera y fuese allí todas las noches. Fue durante toda una semana y no vio nada. Sin embargo, una mañana vino a encontrarme, diciendo que había conocido un fantasma, pero que éste no le había parecido mucho mejor que los hombres vivos y que incluso se había mostrado estúpido hasta el punto de sacarle el pañuelo del bolsillo, echarlo del taburete en que estaba sentado, tirarle de los pelos y pellizcarlo en la espalda.
-En conclusión -me dijo- no he encontrado, hasta ahora, nada verdaderamente extraordinario en todo lo que ha hecho usted por mí. Perdóneme si le hablo con franqueza, pero debe reconocer que en sus novelas da muestras de una imaginación mejor y mayor. Reflexione un momento: un rapto, una mujer enmascarada, un duelo, una fuga, un fantasma. No ha sabido encontrar nada mejor que esos trucos antiguos de novela francesa. En Hoffmann y en Poe hay cosas más terribles, y en Caboriau y Ponson du Terrail, más complicadas. No comprendo, ciertamente, la repentina decadencia de la imaginación de usted. Los primeros días comencé a hacer todo lo que usted ordenaba, esperando vivir una vida bella, pero pronto me di cuenta de que la vida de usted era igual a la de los demás millones de hombres, y pensé que todo su genio estaba reservado a los personajes de sus novelas; pero ahora comienzo a dudar también de esto, y, con desagrado, me veo obligado a decirle que, si antes de terminar el plazo del contrato no encuentra algo más fuerte, me veré obligado a buscarme otro dueño.

Mí dignidad me dispensó de contestar a tanta ingratitud. Pensé que, durante los meses en que había recibido el donativo de aquel hombre, no había vuelto a ser dueño de mi vida, y había tenido que dejar a medio terminar mis trabajos y abandonar mi país para afanarme en encontrar combinaciones novelescas y cómplices seguros. Desde el momento en que había entrado en posesión de la vida del Amigo Dité había tenido que sacrificarle mi vida entera. Yo, su dueño, me había convertido, en el fondo, en su esclavo, en el empresario siempre alerta de su existencia personal. Era necesario encontrar algo "más serio" -como él había dicho- de lo que había imaginado hasta entonces; algo que no requiriese la ayuda de cómplices. Después de haber meditado con calma algunos días, le escribí:
Queridísimo amigo:
Puesto que es usted de mi propiedad, según contrato en regla, tengo sobre usted derecho de vida y muerte. Por consiguiente, le ordeno que se encierre en su cuarto el sábado por la noche, a las ocho que se tienda sobre la cama y se trague en seguida una de las píldoras que le envío con esta carta. A las ocho y media tomará otra, y a las nueve en punto una tercera. En caso de desobediencia a estas órdenes, me declaro absolutamente irresponsable respecto a su vida.
Sabía que el Amigó Dité no retrocedería ante la sospecha de la muerte. A pesar de su descontento, se vanagloriaba de ser un leal caballero y tenía un respeto exagerado a su firma y a su palabra. Me proveí de un enérgico emético y estuve dispuesto para acudir a su lado antes de las nueve, es decir, antes de que hubiese tomado la última píldora, que le habría producido sin remedio la muerte.
En la tarde del sábado ordené que estuviese dispuesto un coche para las ocho en punto, porque habitaba en una pensión muy alejada de la del Amigo Dité. El coche se retrasó hasta las ocho y cuarto y yo intenté hacer comprender al cochero que tenía mucha prisa. El caballo comenzó, al principio, a correr con una especie de fingido galope, pero después de diez minutos cayó de mala manera al suelo. Como no era posible levantarlo en seguida, pagué al cochero y corrí a pie, en busca de otro coche. Afortunadamente, lo encontré allí cerca, y calculé que llegaría a las nueve en punto a casa del Amigo Dité. Comenzaba a estar un poco preocupado porque la niebla era muy espesa y bastarían cinco minutos de retraso para ocasionar la muerte del desgraciado.

En un determinado lugar el coche se paró. Era a la entrada de una ancha calle llena de automóviles y omnibuses, y un policía había hecho seña a mi cochero para que parase. Salté como un loco del coche y me aproximé al enorme policía para hacerle comprender que tenía prisa y que se trataba de la vida de un hombre. Pero el desgarbado guardia no comprendió o no quiso comprenderme. Tuve que seguir el camino a pie, pero por culpa de la niebla y de mi escaso conocimiento de la ciudad, me equivoqué de calle, y sólo después de diez minutos de una carrera agobiante, me di cuenta de que corría en dirección contraria. Tuve que volver hacia atrás siempre corriendo. No faltaban más que pocos minutos para las nueve y realicé un esfuerzo inaudito para llegar a la hora precisa. Hasta las nueve y siete minutos no llamé a la puerta de la pensión. Apenas me abrieron me precipité hacia el cuarto del Amigo Dité. El hombre yacía en el lecho, con la chaqueta quitada, pálido e inmóvil como un cadáver. Lo sacudí, lo llamé, escuché el corazón, la respiración. Estaba verdaderamente muerto: la cajita que le había mandado estaba vacía. El Amigo Dité había cumplido su palabra hasta el final. Había querido darle el escalofrío de la muerte inminente y la sorpresa de la resurrección, y le había dado la muerte, ¡la muerte verdadera, para siempre!
Permanecí toda la noche en el cuarto, embrutecido por el dolor. Por la mañana me encontraron con el muerto, pálido y silencioso como él. Requisaron toda la correspondencia y fue encontrada mi última carta. El proceso fue rápido, porque renuncié a defenderme, y no di a conocer el documento de donación que llevaba conmigo. He estado algunos años en la cárcel, pero no me arrepiento de lo que he hecho. El Amigo Dité ha hecho mi vida más digna de ser contada, y no puedo decir que haya realizado un mal negocio, porque durante el año en que fue mío gasté algo más de las mil libras esterlinas que me había dado.

FIN